El desencanto de Obama

Por Joaquín Chávez Blanco

Concluido el proceso electoral del 4 de noviembre mediante el cual se renovó parcialmente la composición del congreso americano formado por el Senado y la Cámara de Representantes, con una rotunda y aplastante victoria en ambas cámaras para el Partido Republicano, se le hará muy difícil y complicado a Barack Obama gobernar durante los dos últimos años de su mandato, evidenciando este resultado el declive del Partido Demócrata –en el poder—y las contradicciones en la política de Estados Unidos, que es a nuestros ojos parte de la democracia de este país, pues el ejercicio del poder se hará a partir de ahora en forma compartida, sin que pueda surgir, ni por asomo, el fantasma de la ingobernabilidad.

Obama atraviesa entonces el peor momento de su mandato en términos de su popularidad, poniéndose a prueba su capacidad de conciliar con sus opositores, los republicanos. Como parece será la nueva tónica de la Casa Blanca al haber convocado ya a los líderes demócratas y republicanos del Congreso para hacer un balance del panorama político actual, aunque se adelanta que no habrá cambios a la agenda presidencial, un contrasentido para alcanzar acuerdos políticos, sobre todo que el presidente Obama ha anunciado desde ya la aplicación del veto a toda ley impulsada por los republicanos que pudiere afectar las medidas tomadas por él durante su administración, como el Obamacare o las acciones ejecutivas a favor de los llamados “soñadores”, jóvenes inmigrantes autorizados a trabajar o estudiar, entre otras.

¿Cuál podría haber sido el desencanto con Obama? Si a principios de su gobierno hasta fue considerado como el nuevo Roosevelt que cambiaría el rumbo de Estados Unidos y del mundo. La realidad ha sido otra, muy pocas de sus promesas de campaña se han cumplido, lo que los observadores atribuyen a intermitencias en su personalidad, y es que en Estados Unidos los políticos son figuras que adquieren gran proyección mediática afines a los intereses financieros y económicos que les han financiado. El presidente Obama no ha sido la excepción y muchos de sus nombramientos fueron en esa línea, colocando a funcionarios afines a Wall Street o nombrándolos como sus asesores.

La desilusión del electorado hispano que tanto ha esperado una ley sobre inmigración que regularizaría a millones de indocumentados, podría haber sido también otro factor para su desencanto y, en general, por haber valorado poco su gestión el electorado estadounidense, sobre todo en materia económica, por lo cual han puesto en duda que pueda cumplir lo ofrecido o lograr algo importante en el resto de su mandato.

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